Reseña: The Strokes - "The New Abnormal" (2020)

The New Abnormal: la tercera fue la vencida.




Una banda que divide opiniones.

The Strokes es una agrupación que suele polarizar a los seguidores del rock. Están quienes consideran que su música es insípida, simple, e incluso le dan la etiqueta de "básica"; mientras que otros tantos creen que son responsables directos de que el rock de garage volviera a la escena durante los primeros años del nuevo milenio (no en vano se les conoce como "los salvadores del rock").

En la humilde opinión de su servidor, el mérito de este grupo de neoyorquinos fue lograr devolverse a esas raíces del rock and roll: concreto, sin adornos, sin arreglos pretenciosos, con letras simples y directas, sin estructuras complejas, con riffs de guitarra sencillos y repetitivos, pero tan pegadizos que hacen bailar hasta al veterano senador Sanders. Nunca necesitaron más de una canción para dar un mensaje o transmitir una sensación.

Pero lo cierto es que aquel glorioso debut en 2001 ya se ve bastante lejano. Al éxito de Is this it, le siguieron aclamados trabajos como Room on fire (2003) y First Impressions of Earth (2006); fue después de ese punto cuando la banda necesitó reinventarse y evolucionar a estilos más modernos, aunque los lanzamientos de Angles (2011) y Comedown Machine (2013) dejaron frío a más de uno. Fue en estos últimos trabajos donde la banda comenzó a experimentar con su sonido, fusionándolo con elementos de la música new wave: arreglos electrónicos, voces distorsionadas, cajas de ritmo y sintetizadores. Era un sonido renovado, sí, pero le faltaba el carisma y la energía que había enamorado a la crítica y a los seguidores años atrás.

Fue por eso que en febrero de 2020, cuando The Strokes confirmó su regreso con un nuevo álbum a estrenarse en abril del mismo año, mis expectativas eran bastante bajas. Dos intentos fallidos por refrescar su estilo, sumado a los proyectos solistas de ciertos miembros que no terminaron de convencer (a excepción de la famosísima "Instant Crush" de Julian Casablancas con Daft Punk y uno que otro trabajo de Albert Hammond Jr.), eran razón suficiente para mirar con escepticismo el regreso de una banda a la que, todo sea dicho, respeto mucho.

Aún con todo eso, le dí la oportunidad a "The New Abnormal", y lo escuché el mismo día de su lanzamiento. Grata sorpresa: The Strokes me cerraron la boca.

La Nueva Anormalidad.

Bird on Money, del artista neoyorquino
Jean-Michel Basquiat, obra elegida para
la portada de The New Abnormal.

Es la expresión con la cuál afirman haber encontrado finalmente el camino a esa renovación que tanto se les había dificultado. Decidieron bautizar así a su nuevo disco, haciendo tal vez un pequeño guiño al contexto social con el cuál salió a la luz. The New Abnormal es un oda a la conocida como "crisis de la mediana edad"; con la mayoría de sus integrantes pasados de los 40 años, dan un vistazo nostálgico a esos años de juventud que ahora se añoran y que desaparecen en el horizonte del tiempo. Como si la letra del clásico "Someday" se hiciera realidad:





"In many ways, they'll miss the good old days, someday"

-The Strokes, "Someday" (2001).

Es necesario saber de dónde vienes para saber hacia dónde dirigirte, dirían algunos; es por eso que esta vez The Strokes trajeron lo mejor de esos viejos tiempos, para incorporarlo a su nueva realidad. Siguen teniendo ese toque 'ochentero' con el que venían experimentando años atrás, pero con la energía desenfadada y contundente que les caracterizó a inicios de siglo.


1. "The Adults are Talking".

No habían pasado cinco segundos desde que le dí al botón de play cuando supe que me encontraba ante una gran canción.
El álbum arranca con un beatbox que, antes de lo esperado, deriva en una de esas añoradas melodías a dos voces por parte de la guitarra de Nick Valensi y el bajo de Nikolai Fraiture, quienes enmudecen cuándo la voz de Julian entra en escena. Pero esta vez se siente bastante intimidad; más que cantar, te susurra al oído, se mantiene sereno y cálido incluso cuándo todo se viene arriba en el coro.
Es una canción ambigua cuyo ritmo enérgico contrasta con la pasividad de su melodías. 
The Adults are Talking lo tiene todo para ser un éxito radial, y es desde ya, una de mis favoritas de la banda.

2. "Selfless".

Es así como llegamos a la primera balada del disco (nos encontraremos un par más, lo que es poco usual en la banda). Un arpegio cristalino de guitarra y la batería de Fabrizio Moretti hablando al unisono crean un bucle que sirve como papel tapiz para que la voz de Casablancas tome el máximo protagonismo. Desentiéndiendose de sus propias limitaciones melódicas, explota al máximo la que considero que es su mayor virtud: la expresión. De manera similar a lo hecho en la hermosísima I'll try anything once, aunque en esta ocasión se arriesgue por momentos a caer en el dramatismo y la cursilería.
Selfless es una atrevida balada de post punk que convencerá a los corazones más melancólicos con su sencillez y su letra sobre el amor no correspondido.

"You're backin' off
But I will live for you, my selfless love"


3. "Brooklyn Bridge to Chorus".

Fue lanzada como pequeño adelanto días antes del estreno oficial del álbum. Para mí, fue una decisión bastante acertada, pues esta canción posee un groove que inevitablemente te hace querer bailar. Aunque al mismo tiempo se torna agridulce por su letra cargada de una nostalgia por la juventud que se escapa entre los dedos, y por momentos autorreferenciando la influencia de la música de los años 80's en su nuevo trabajo:

"And the '80s song, how did it go?
When they said this is the beginning of the best years, even though, false"

El tema inicia con un sintetizador que recuerda un poco a The Doors en Touch me, para luego separarse por completo adoptando elementos de la música disco y del electro rock, con arreglos de guitarra muy precisos y contundentes que crean esa atmósfera colorida que le caracteriza; una atmósfera que, a mi parecer, favorece muchísimo a la voz de Casablancas, la cuál se siente por primera vez, suelta y despreocupada. El coro explota de forma espléndida, regalándonos una de las secciones más bellas de la nueva etapa de The Strokes. Incluso, sabe terminar en el momento indicado y de la manera perfecta.

Brooklyn Bridge to Chorus va a ser coreada en todos los estadios donde sea interpretada; es fresca, es fiestera, y tiene un estribillo explosivo fácil de aprender. Una de las joyitas imperdibles de lo que va del año.

4. "Bad Decisions".



Este sencillo promocional va a ser el tema favorito de los fans más viejos de la banda; es un corte de rock que recuerda al sonido del First Impressions of Earth. El sonido pop de los sintetizadores bajan la voz para dar paso a armonías dobles de guitarra, líneas dulces de bajo que se dejan caer por la calidez de la melodía y un trabajo de percusión orgánico, con rastros mínimos de saturación en la producción de la batería de Fab. La voz de Julian hace gala una vez más de la madurez a la que ha llegado a través de los años y que se había evidenciado desde Under Cover of Darkness.

Un coro repetitivo que recuerda mucho la melodía de Dancing with Myself de Billy Idol (de hecho, los créditos de la canción aparecen compartidos) y un video musical que parecer manifiestar el deseo de la banda de abandonar la etiqueta de "niños favoritos del rock" para emprender su etapa más madura, artística e independiente.

Al momento de su lanzamiento, Bad Decisions no agradó a todo el público, sin embargo, sirve para dar un ligero toque "clásico" justo antes del ecuador del álbum, y se merece una oportunidad.

5. "Eternal Summer".

El ímpetu de Bad Decisions desaparece entre un arpegio dulce que, desde la lejanía, da luz a Eternal Summer, una perla de rock psicodelico contemporáneo.
Una atmósfera acogedora sustentada por la fabulosa labor percusiva de Fabrizio Moretti. Arreglos en sintetizadores y una voz de Julian Casablancas bastante distorsionada nos recuerdan mucho a sus trabajos con The Voidz, pero con la dirección y la contundencia que solo The Strokes podrían entregar; una contundencia que no se ve opacada ni siquiera por los más de 6 minutos que dura (la canción más larga de la carrera de la banda), los cuáles de hecho se me hicieron cortos por el intenso cromatismo que trae consigo.
Si te late esto de la neopsicodelia, el synth y el rock espacial, no te puedes quedar sin escuchar este tema.

6. "At the Door".

He de confesar que tardé mucho en apreciar la belleza de esta canción. Cuando se estrenó (también como adelanto del disco), me pareció infumable; la primera escucha se hizo eterna, pesada y hasta ligeramente melosa. Les juro que no me transmitía nada en absoluto, y no entendía el por qué a alguien le motivaría oír esto como adelanto de un álbum.
Pero el tiempo pasó, y a igual que esos lugares que solo ves de paso en tu rutina y que un día descubres que les tienes especial cariño, me dí cuenta que At the Door es la pieza infaltable de este disco. Es la cereza sobre el pastel, la joya de la corona. 
Sin guitarra, sin percusiones, solo la voz de Casablancas acompañada de un enigmático sintetizador. La canción crece progresivamente en emotividad, siendo el resumen perfecto de la nostalgia por esos años perdidos que pretende expresar este álbum. Una letra hermosa, un Julian expresivo, triste, pero a su vez estoico, logra crear un ambiente sobrecogedor que, si cierras los ojos, logra contagiarte de su epicidad.

Todo acompañado del que probablemente sea su videoclip mejor logrado, un cortometraje animado donde un jóven Julian Casablancas se enfrenta a una aventura surrealista de terror espacial. At the Door es, sin duda, el climax del álbum.




7. "Why are sundays so depressing?".

El descenso hacia el final del disco comienza en Why are sundays so depressing? (quizá el título que mejor resume a la atmósfera del álbum). 

Al igual que Bad Decisions, este tema arranca con toques de First Impressions of Earth, combinados con esa calma que solo el synth pop ochentero puede evocar: un ligero toque de reverberación para la batería, el dueto Hammond-Valensi retomando el protagonismo y un trabajo en el riff de bajo que rellena todos los espacios de la canción. Luego, The Strokes aprovechan esa nostalgia que nos generan los primeros compases para hipnotizarnos, llevándonos sigilosamente al desenfreno que explota a mitad del tema con amalgamas rítmicos, golpes impredecibles de batería, un sintetizador revoloteando sobre la canción; todo mientras la voz se conserva sobria y serena.

Es el corte más experimental del álbum, recordando a lo hecho por Los Beatles en Tomorrow Never Knows por allá en 1966. En mi humilde opinión, Why are sundays so depressing? fue un experimento exitoso.

8. "Not The Same Anymore".

Nada en la vida volverá a ser igual. No sabemos si The Strokes se refieren a la crisis por la Covid-19 o a su carrera como banda, pero es posible que a ambos.

Not The Same Anymore regresa al sonido más clásico de una balada rock a medio tiempo. En este tema reside el que para mí es el mejor trabajo de guitarras del disco. Una vez más, la dupla Hammond-Valensi son capaces de hablar con sus instrumentos con arpegios que sostienen todo el verso y la introducción, y explotando en rasgueos desconsolados para los coros. Así mismo, una conversación entre las voz de Julian y dos solos de guitarra: el primero es directo y fluido, parece contestar con solvencia a la armonía vocal; el segundo se siente inseguro, tímido, tartamudea repitiendo la misma frase hasta difuminarse en esa atmósfera sintetizada del final.

9. "Ode to the Mets"

El álbum finaliza con otra balada, esta vez basada en un juego de sintetizador con la voz de Casablancas. Un ambiente que encaja con toda la nostalgia que plasmó el disco a lo largo de sus 45 minutos de duración a esta altura. 
Ode to the Mets probablemente sea mi canción menos favorita del álbum, lo cuál no me impide destacar sus aspectos positivos: una armonía bastante sombría, pero lo suficientemente pegadiza para que aprendas a tararearla en muy pocos segundos, además de un Julian Casablancas que finalmente parece haber encontrado resignación (además, rompe la cuarta pared diciendo "drums please, Fab" justo antes de que entre la batería).

Sin embargo, es un tema bastante estático, repetitivo que rara vez ofrece algo nuevo a lo largo de sus compases, con excepción del final donde la voz se desencaja antes de desembocar en un bucle.

La tercera fue la vencida.

En definitiva, The New Abnormal no es el mejor trabajo de la banda, y dependiendo de qué suceda de aquí a diciembre, no creo que aparezca en las listas de lo mejor de este extraño 2020. Sin embargo, luego de 2 álbumes mas bien desabridos, la banda de Nueva York ha logrado reinventarse en un trabajo impecable que, como diría un buen amigo: no es el mejor en nada, pero es sobresaliente en todo.

Podemos decirlo entonces: The Strokes (por fin) han vuelto, y de qué manera. 

Mi calificación: 82% (recomendado).

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